Con el reinado de Felipe V se instauró el Decreto de Nueva Planta por el cual el rey tenía la libre facultad de imponer tributos. Cuando en 1724, Felipe V, renunció a la corona en favor de su hijo Luis I, lo hizo en Valencia y durante el reinado de este, la nobleza valenciana también fue víctima del aire unificador y despersonalizador, se anuló la distinción entre barones, caballeros, etc, categorías que se unificaron en una, equiparada a la de hidalgo. El gusto de la nobleza y la burguesía valenciana se europeizó y afrancesó con lo cual se establecieron numerosos comerciantes extranjeros en Valencia, los más numerosos fueron los franceses.


En 1769 los ministros de Carlos III dividieron la ciudad en barrios y su término en cuatro cuartos, Campanar, Benimaclet, Ruzafa y Patraix y crearon los alcaldes de barrio, dando al pueblo una mayor participación en el gobierno municipal, se creó el cuerpo de vigilantes nocturnos que recibieron el nombre de «serenos» y este cuerpo fue imitado en todas las ciudades españolas. Entre 1761 y 1780, Carlos III, hizo construir para la orden militar de Montesa el edificio del Temple y entre 1758 y 1802 el edificio de la Aduana que en 1828 se destinó a fábrica de tabaco y en 1922 a Palacio de Justicia.


La noticia de la ejecución de Luis XVI, provocó que los estudiantes de Valencia secundados por la plebe fueran a la calle del Portal Nou, habitada por comerciantes franceses con actitud hostil y después de varias revueltas, fueron expulsados de la ciudad 648 franceses. La guerra se formalizó en 1794 y a pesar de los éxitos iniciales del ejército español, fue vencido por los revolucionarios franceses.

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