La ciudad de Valencia fue fundada por los romanos en el año 138 a.C. por Junio Bruto y poblada por soldados itálicos licenciados. El nombre de Valentia significaba «fortaleza, buen augurio».


La ciudad se ubicó en una pequeña isla en medio del río Turia y su estructura era parecida a otras ciudades romanas de la época. Sus vías principales eran dos calles perpendiculares, el kardo, que la atravesaba de norte a sur y el decumano, que lo hacía de este a oeste, en la confluencia de estas dos vías se encontraba el foro.


La vida de Valencia transcurría tranquila, hasta que estalló la guerra civil entre Sila y Mario y en el año 75 a. C. la ciudad fue arrasada por Pompeyo. Después de la destrucción parece que la ciudad quedó abandonada durante 50 años, ya que no existen datos escritos hasta el siglo siguiente. Alrededor del año 20-15 a. C. la ciudad se volvió a poblar en la época del emperador Octavio. Hacia finales del siglo III, se produce una crisis política, en la que disminuye la actividad ciudadana, mientras comienza a florecer un nuevo fenómeno, el cristianismo.


La figura más relevante de esta nueva doctrina en Valencia fue la de San Vicente Mártir, diácono de la Diócesis de Caesaraugusta (Zaragoza), que llegó a Valencia para promover el cristianismo en esta ciudad. Fue condenado a muerte y martirizado al principio del siglo IV. Su cuerpo fue arrojado al mar y recogido por algunos de aquellos primeros cristianos, se cree, que depositaron sus restos en la zona de la Roqueta, al borde de la vía Augusta, donde se construiría un templo en su honor.

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